Un eterno aprendiz...

lunes, 18 de febrero de 2013

Camino al origen

Casi un año sin publicar y casi un mundo de publicaciones anónimas o con firma han cambiado el panorama mundial, nacional, local y, por supuesto, personal.

En la película "Origen" (Christopher Nolan, 2010), se cuenta audiovisualmente como un grupo de profesionales de lo onírico tienen la dificil tarea de introducirse en el inconsciente de un individuo para generar un concepto original en él. El individuo, sistémico, cambiaría su percepción del mundo y a sí mismo a partir de esa idea que, nos cuentan en la película, debe tener como características esenciales dos (que yo recuerde): su simplismo y su relación directa con el mundo sentimental del individuo. Luego, el juego de efectos especiales, el guión, las actuaciones y los juegos de tiempo hacen el resto, pero la idea es esa. El origen.

En ese viaje hacia el origen de todo se traspasan miedos. A lo desconocido que quiere irrumpir como un golpe en negativo, que paraliza o incita a la huida. Miedo al tiempo que pasa inexorablemente y cuya sensación de descontrol hace estar ansioso, un tiempo al que agarrarse con fuerza dejando los zapatos de piel de plomo en casa, dentro del armario "Donde viven los monstruos".

También miedo a la inseguridad, al que vendrá, a qué será lo próximo, porque para qué engañarse, el panorama está como está y la información en su doble vertiente des-informadora o sobre-informadora, ayuda a conocer y poco más. No existen armas como en la película, y menos mal, pero los pilares sobre los que se ha cimentado esta sociedad parecen estar pidiendo una reforma sorpresa: desde el ejecutivo, hasta el poder judicial, pasando por el legislativo (¿hay alguién?), se hacen el harakiri lentamente a cada decisión impopular que toman, ignorando gravemente que es para el pueblo para el que gobiernan y legislan, no para sus holgados bolsillos...¡y hasta aquí puedo leer! Es indignante lo que ocurre actualmente en nuestro país, ¡si! Se va a solucionar el problema si sigo despotricando sin control sobre la incompetencia y sinvergonzonería del personal, ¡no! Hay que ser pragmáticos entonces y no dejarse arrastrar al infierno, ese infierno que Vartan Gregorian (Dante) definía como un lugar en el que "nada se relaciona con nada". El absoluto caos, la soledad incomprendida, el desperdicio...yo no quiero entrar ahí.

Así que, superados los miedos, o por lo menos guardados en la recámara y siguiendo el camino que lleva al origen, el amor se erige como un faro con luz potente en la oscuridad. Una luz que gira y se muestra en todas las direcciones, con la misma intensidad aunque intermitente para nuestra vista que, ciega en los momentos de oscuridad, repiensa y tiene momentos de duda e incertidumbre sobre la dirección exacta hacia la que dirigirse, hasta que aparece de nuevo.  Amor expresado en múltiples ámbitos: un amor íntimo hacia tu pareja, amor a la infancia, amor a la educación, amor a tu familia, amor profesional, amor a las mentes... Un amor dirigido y controlado dentro de la loca pasión con la que se ama. La necesidad es primaria y vital. Me acuerdo de Jean Baptiste Grenuille (El Perfume) rociándose de perfume, esperando saciar la necesidad de amor de toda esa gente a la que había odiado y que durante toda su vida lo había despreciado. O a "El hombre elefante" de David Lynch teniendo como supremo miedo a las personas. Esos monstruos con alma anhelan ser queridos. 

Hay que remitirse a los primeros años de la vida de las personas entonces. A las primeras experiencias y a la relación con la familia. La infancia la define Osterrieth como "el periodo de la humanización del individuo, del aprendizaje de la naturaleza humana". Lo que se viva en la infancia va a permanecer como parte esencial de nosotros de por vida, especialmente en la etapa de 0 a 3 años, aunque algunos la tengan en cuenta como si de una etapa preparatoria se tratara, una "etapa perchero", con carácter asistencial. Un niño y una niña feliz, seguramente sean adultos felices (o lo intenten). 

Creo que existen imágenes mentales grabadas en el colectivo de muchas personas de mi generación (años 80, incluso "más p'atrás") que forman un mosaico a partir de experiencias comunes relacionadas con la escuela y la forma de educarnos. A ver si doy en el clavo: 



El trabajo con el punzón (Imagen de lossoletes.blogspot.com)



El baile de fin de curso (Imagen de educa.madrid.org)



Excursiones (Imagen de http://ampapuertaelvira.wordpress.com)



Jugar al aire libre (Imagen de http://static.consumer.es/)



Teatro Infanti



La radio (Imagen de http://blog.educastur.es/reconquistainfantil)



Asamblea (Imagen de elblogdelauragarbet.blogspot.com)

Son sólo cinco ejemplos pero, cinco ejemplos claros de lo que significa para el niño y ya, en esta vuelta al origen, lo que significa para el adulto que sigue enganchado a la educación y a la infancia como un pequeño "Peter Pan". Lo que para el centro y el currículum pueden ser actividades complementarias, para el niño y la niña significa otra cosa. Lo que para el currículum supone el área con menos importancia en función del número de horas asignadas, para el alumnado significa otra cosa. Lo que para algunos significa una etapa tránsito a la educación de verdad, la de los contenidos y el currículum prescrito, para los niños y niñas significa otra cosa.

Así que de vuelta al origen y como si el fantasma de las Navidades pasadas de Charles Dickens me visitara hoy mismo y me llevase a ver a aquel niño regordete de ocho o nueve años, y ese niño recibiese aquella pregunta de "Y tú de mayor, ¿qué quieres ser?"; y simplificando mucho, y relacionándolo con la parte más emocional, espiritual, sentimental de mi persona como en la peli de Chris Nolan, cuando un servidor y su compañero oyesen la respuesta de ese niño-adulto diciendo "Yo quiero ser maestro", el adulto-niño del presente cogería al fantasma de Charles Dickens y con una sonrisa en la cara le diría, "vámonos que aquí no hay ná que rascar".